lunes, 20 de junio de 2011

Estoy sicosiao con el celular

Cuando en el celular aparecen números que no están en mis contactos, llamadas anónimas, sin un nombre, un apellido, ni referencia alguna, cuando el número no tiene un código de ciudad que me entregue algo de seguridad (35 y 32, San Antonio y Valparaíso, respectivamente), cuando un +562… suena en mi teléfono celular, me sicoseo.

Santiago y sus vicios me tiene así, las compañías telefónicas (Movistar) realizan acosos que me acosan, presiones telefónicas que me presionan, son persistentes musarañas que llaman y no hablan, que llaman y cuelgan, que llaman y molestan. Son la pitanza institucionalizada, no se dan la molestia de hablar, ellos saben lo que quieren, tu sabes que son ellos. Punto.

El celular me tiene sicosiao por culpa de estas bestias. Yo no tengo deudas, por suerte, pero terminé un litigio con estos españoles de la M curvilínea de mala forma, los demandé al sernac (no se hagan ilusiones, sernac no hizo nada, no son héroes, no son buena onda tampoco), les cancelé los servicios y por un momento me hice el valiente y no les quise pagar lo que me estaban cobrando porque consideraba –y lo sigo haciendo- injusto que me cobraran por un servicio mal entregado y otros que nunca fueron instalados.

Me llamaron, luego de recibir mis quejas, me ignoraron, y siguieron mandándome boletas como a un usuario normal, me desconfirmaron, me hicieron caer en la realidad de mi insignificancia. Luego, cuando pensé que ya todo iba a pasar y aún hidalgo seguía sin pagar, comenzaron los acosos subsidiarios.

La oficina de cobranza…

Ahí si que estai cagado! Las oficinas de cobranza no son parte del problema, tampoco de la solución, se esmeran en aclarar que nada saben de tu deuda, nada saben de tu problema y nada saben de los remedios, sólo llaman e insisten en que la deuda se va a pagar… de una manera u otra. La empresa de cobranza es un sicario que se encarga de rematar un cuerpo que viene magullado, son el carnicero que aprieta la pistola de aire comprimido, sin saber de dónde han traído el vacuno, los mensajeros que dejan la cabeza de caballo en los pies de tu cama.

Yo debo reconocer que a falta de argumentos, pruebas y fe en una institucionalidad que no me representa y mucho menos me hace sentir protegido, cedí, y tembloroso tuve que sacar de mis ahorros la plata que injustamente se me estaba cobrando, en afán de olvidarme del asunto y dejar de lado las amenazas de embargo y de quizás qué cosas más.

Como ciudadano asalariado que soy, me bajé los pantalones frente a estos grandotes del mercado, nuevamente presa de estos españoles canallas, alego desde mi escritorio en la pega, entre paciente y paciente, en una ventana abierta entre los problemas reales de la gente, los problemas reales míos.

Mientras tanto, le digo a la secretaria que no puedo atender a la señora que acaba de llegar, la estoy esperando desde las 11, son las 11 50, tengo otro paciente a las 12. Ella seguramente se va a ir puteándome, pensando en lo inescrupuloso que soy.

Qué va a saber ella, y qué le voy a importar yo también…

El celular, aún amenaza en silencio.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Yo no soy compositor

Yo no escribo, no canto, no siembro, no hago aseo, no cocino, no escucho, no pongo jamas atención, no me baño, no amo al sol, no me burlo de las mujeres, no le tengo miedo a dios.

yo no soy compositor

Yo sólo me acuerdo de las cosas

sábado, 12 de marzo de 2011

Nada me emociona, todo me emociona

Todo ha sido múltiple, excesivo, grosero, grandilocuente, enorme, record de algo, en el último tiempo.
Todo ha sido intenso.

Mi vida de alguna manera ha dado vueltas en círculos y se ha movido hacia atrás y adelante en ritmos que yo no propuse, que yo no busqué y que a veces, tampoco quise.

He visto noticias, he comentado y criticado todo en los espacios de redes sociales habidos y por haber y me he sentido reconfortado por las respuestas a los llamados de atención virtual y real, intentos desesperados de cambiar lo que pasa y de funar a quienes nos -des-representan en todos los niveles jerárquicos de la sucia y puta política chilena.

El mundo ha dado tormentosos saltos y revolcones, los Tsunamis parecen más bien reflujos de un mar bulímico, saciado hasta el exceso de la mórbida carga de elementos que día a día absorbe como tacho de basura de una plaga que genera elementos nuevos y tóxicos, como una metástasis en el continente, como un cancer en el mundo, en cada uno de sus órganos, en cada uno de sus extremos, envenenando la piel y la sangre del globo.
La tierra, como caldo de cultivo, está pudriéndose tal como el tomate que tengo hace semanas en mi refrigerador, se está arrugando de a poquito, de vez en cuando erupta un granito por donde sale el pus vede y peludo desde su interior, y la corteza se daña, y se daña y se daña.

Ya vendrá alguien que tome al mundo como un tomate podrido y lo tire a un tacho de basura, a un hoyo negro de desechos, reciclables, convertibles en otra materia, en no materia, en la nada, en esa que vendría bien convertirse, o en la nada a la que convertiría a muchos de los sujetos, objetos de tanto comentario en rabiado, de tanta reacción furiosa.

Se está perdiendo el coraje de los grandes creo, y se está armado la pasión de los más chicos. Los políticos se ven cansados y pareciera que, solapadamente, el secreto de sus actos comienza a quedar en vitrina, lo que inmediatamente hace que muchos pierdan el interés de seguir jugando. No es lo mismo la política si no hay secreto, no es lo mismo un juego sin trampa, no es lo mismo cuando alguien reclama por las reglas...

A mi trinchera le falta a veces, de muchas cosas, se queda corta en algunos temas y le sobra ancho en fortalezas, enumerarlas sería tedioso, pero es lado de buenas almas, a veces me toca colaborar y pongo los pulmones y la garganta en juego, mi insumo son mis cantos, festivos, caprichosos, ingenuos pero conscientes, no son repasos de un porque sí, ni retoques de un porque ya...

son respuestas a un lo que fué. y estrategias a un que será.

Son cantos festivos de tragedias insignificantes, de batallas perdidas conmigo mismo. No hay un peloponeso ni un Vietnam en todo esto, pero hay días de torturas y noches de angustiante insomnio, hay alquimia y magia que convierte la oscuridad en luz, la pena en gritos, y los golpes en baile.

Y con baile, gritos y luz, esta trinchera, donde cada uno pone lo suyo... hacia algún lado se va moviendo, no se bien dónde.
No se bien si quiero saberlo.

Al fin, nada me emociona.
todo me emociona.